La importancia de los equinoccios y solsticios: un legado ancestral

En la génesis del proyecto «Lux Sacra», liderado por el naturalista y divulgador José Miguel Navarro, y el Cineasta Eduardo de la Cruz, yace la fascinación eterna que ha tenido la humanidad por la luz, ese elemento primordial que ha guiado el pensamiento, la espiritualidad y la arquitectura desde los albores de nuestra especie. La obra nos sumerge en un profundo análisis sobre cómo la luz, en sus múltiples manifestaciones y simbolismos, ha sido la piedra angular en la relación del ser humano con el cosmos y lo divino a través del entorno natural que lo rodea.

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Equilibrio y Renacimiento: Los Equinoccios

Los equinoccios, momentos del año en los cuales el día y la noche alcanzan la misma duración, simbolizan el equilibrio y la transición. La llegada del equinoccio de primavera señala el despertar de la tierra, un tiempo de crecimiento y renovación donde las cosechas comienzan a florecer, marcando un punto de inflexión en la dinámica vital de las comunidades agrícolas antiguas y modernas. De igual manera, el equinoccio de otoño representa la cosecha, un periodo de recogida y agradecimiento por los frutos proporcionados por la tierra.

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Grupo de personas neolíticas observando el cielo (imagen generada por inteligencia artificial)

La Victoria de la Luz: Los Solsticios

Sin embargo, más allá del ciclo agrícola, los solsticios —puntos en el año donde la inclinación de la Tierra respecto al Sol alcanza su máximo, resultando en el día más largo o la noche más larga— resuenan con una significación aún más profunda. El solsticio de invierno, en particular, ha sido venerado como un momento de renacimiento espiritual y luz creciente, simbolizando la victoria de la luz sobre las tinieblas, de la vida sobre la muerte. Este evento se encuentra en el corazón de numerosas tradiciones, celebrando la esperanza y la promesa de un nuevo comienzo.

Un Legado Compartido

A lo largo del neolítico, los dólmenes y otros monumentos megalíticos fueron cuidadosamente orientados para alinearse con estos eventos celestes, demostrando un entendimiento avanzado de los ciclos naturales y un deseo de sincronización con el cosmos. Esta práctica se extendió por todo el globo, evidenciando una comprensión universal del significado espiritual y práctico de los equinoccios y solsticios.

En la era moderna, aunque las sociedades han evolucionado y las creencias se han transformado, la fascinación por estos momentos cósmicos permanece intacta, simbolizando la eterna búsqueda humana por la conexión con lo sagrado y el orden universal.

Estudiar y comprender los equinoccios y solsticios nos brinda no solo una ventana hacia la cosmovisión de nuestros ancestros, sino que también nos invita a reflexionar sobre nuestra propia relación con el universo y los ciclos naturales. Reconocer y celebrar estos eventos puede servir como un recordatorio de nuestra pequeñez en la vastedad del cosmos y, al mismo tiempo, de nuestra íntima conexión con el tejido del universo.

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Grupo de mujeres moliendo semillas (imagen generada por inteligencia artificial)

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